Pablo escribió a los hermanos en Galacia: "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros" (Gálatas 4:19).

Por este versículo podemos ver que Pablo no pensaba que los Gálatas estaban donde debían espiritualmente. El va a volver al principio con ellos a trabajar hacia la meta de que Cristo sea formado en ellos. Cuando vemos la primera parte de la carta a los Gálatas no hay duda que Pablo estaba preocupado. Estaban extraviándose de lo que habían aprendido y estaban en peligro de perder sus almas.

Gálatas 1:6-9 dice: "Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema."

Pablo estaba pasmado del hecho que estaban considerando una alternativa a Cristo, porque obviamente no había y no hay una alternativa viable. Pablo pone en claro que cualquiera que predica algo aparte de la verdad del evangelio de Cristo, no importa si sea hombre o ángel es condenado porque lo hizo.

Pablo comparó lo que pasó con ellos así como si alguien los hubiera hechizado a ellos. "¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?" (Gálatas 3:1).

En una nota personal Pablo reflexiona que todo su trabajo con ellos fue desperdiciado si ellos habían vuelto y ahora dependían de las ceremonias de los judíos para su salvación. "Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros" (Gálatas 4:11). Tenía miedo que su labor para llevarlos a Cristo resultara en vano. Para darles la vuelta a ellos y encaminarlos en la dirección correcta, Pablo quiere recordarles que no necesitan ir a la ley de Moisés para esperar realización de la promesa de Dios. Cristo y la iglesia son la realización de la promesa de Dios a Abraham. "Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa" (Gálatas 3:26-29). Y, para darles la vuelta a ellos y hacerlos ir en la dirección correcta, él estaba listo a trabajar con ellos para que Cristo sea formado en ellos. "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros" (Gálatas 4:19).

¿Cómo sabía Pablo que Cristo no había sido formado en ellos? Porque rápidamente abandonaron lo que les fue enseñado por el evangelio. Hoy les diríamos: "No lo entienden." Tristemente muchos hijos de Dios no lo entienden tampoco. Necesitan que Cristo sea formado en ellos. Su voluntad, no nuestra voluntad, es lo que debe ser visto en nuestra vidas.

Cristo no está donde debería en nuestra vida cristiana si continuamente luchamos con las cosas básicas de ser cristiano después de años de ser miembros de la iglesia. Por ejemplo, cuando personas sanas no tienen muchas ganas de adorar a Dios, cuando no quieren asistir a todos los cultos de la iglesia, no esperan juntarse como la familia de Dios en adoración, creo que puedo decir que Cristo no se ha formado en ellos. No quiero ofender a nuestros ancianos o a los miembros enfermos crónicos con esta afirmación. Muchos de ellos quieren asistir más de lo que pueden, pero por motivo de su salud o por restricciones de viajar es imposible.

¿Qué debemos hacer? Debemos estar listos como Pablo hizo. El consideraba a los miembros de la iglesia como sus propios hijos por el tiempo que había trabajado entre ellos. Cuando estaban en peligro de apostasía Pablo estaba listo para volver y trabajar con ellos otra vez. Comparó ese proceso como "dolor de parto," trabajando laboriosamente enseñándoles de nuevo las verdades del evangelio de Cristo para que Cristo sea formado en ellos. Vamos a comenzar a trabajar.

¿Qué pasaría si todos los miembros de cada congregación asisten alegremente a cada culto de la iglesia en el próximo mes? Tengo una palabra para describirlo: ¡maravilloso! S (Tomado de la revista, Old Paths Advocate, noviembre, 2002).

". . . hasta que Cristo sea formado en vosotros"

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